domingo, 15 de noviembre de 2015

Celda de mimbre


Encontrarse frente a la opacidad de un cristal roto. Luces parpadeantes. Mariposas de polvo agonizan al ritmo de esos brillantes latidos. 

Adentrándome por un flexible pasillo rechinando, tras cortinas de telarañas y sobre un resquebrajado piso se halla en el fondo la ruta hacia una celda de mimbre, en ella un lobo duda en la penumbra. Su gendarme un enmascarado arlequín da vueltas a un llavero en sentido contrarreloj. Tarde o temprano se agotara de ese ejercicio, tarde o temprano se le cansará la muñeca.